Una bofetada sin manos a los ¿valores? propagados por los programas de talentos precoces. Candela y sus papás hacen canciones juntos: son piezas salidas del corazón y las tripas; más que crecer en el negocio, la peque está haciendo mayor… su disfrute.
Qué: Disco (edita Sones/Minimúsica)
Candela Nebot (diez años) saca su segundo disco junto a sus padres Edu y Judith. Este ejercicio de terapia en familia, ejecutado por la vía de la diversión y teñido de autenticidad desde las letras a las segundas voces, encontró eco desde el principio y, con esta nueva entrega, tiene garantizado el impacto sostenido en el entorno más interesante: los oyentes que son como ellos. Padres desprejuiciados, chavales con impulso creativo, este es el camino a seguir. Habladnos de los cortes de digestión como falsos mitos, de las fiebres derivadas de deberes no hechos, de la indescriptible sensación que se vive al superar la pantalla más rebelde en un videojuego, el nada discreto encanto de la astronomía como ente a medio camino entre lo educativo y los sueños infantiles, o el miedo que dan las pelis de miedo a quienes no deben verlas, por aquello de la edad, o nunca gustaron de los escalofríos en el espinazo que generan los sustos y los trasgos en su dañina alianza con los caserones oscuros, los zombies, las madrastras psicópatas o los respetables ciudadanos que coleccionan cadáveres en el patio. Candelita rockea con actitud genuina: no está encorsetada por las leyes de la afinación (que sin duda conoce, aunque no le coarten a la hora de expresarse) y canta con entusiasmo singular. El futuro es suyo, y el presente… también.
