Una de las voces históricas de la canción argentina pone en juego su reinado en términos de pop para volcarse a la canción levemente experimental en un álbum tan inesperado como atractivo. El agente del cambio: Lisandro Aristimuño, que se encargó de la producción.
Qué: Disco (independiente)
La voz de Fabiana Cantilo se aloja en el subconsciente del rock argentino desde siempre, más exactamente desde que a principios de los años 80 llegó a las radios interpretando los hits de Los Twist para después propulsarse como corista de Charly García y como musa de Fito Páez, de quien además fue pareja. En su recorrido solista, Fabi alternó el pop con el rock para estampar algunos clásicos (como Nada es para siempre, escrita por Páez y eternizada por Cantilo) y también grabó un par de discos de versiones.
Superamor es el álbum que marca un punto de inflexión. Por un lado, cuenta con el aporte, desde la producción, de una de las apariciones más serias en materia de renovación cancionísticas nacionales: la producción está en manos de Lisandro Arisitimuño, cuyo talento como autor dice presente, del mismo modo en que lo hace su capacidad para llevar las riendas del viaje experimental de Fabiana. Por otro, Superamor lanza definitivamente a Fabiana como autora de sus propias canciones, algo que ya había intentado pero sin la suerte de contar con una producción a la altura de su sensibilidad.