El tercer disco del ex-compañero de Marcelo D2 abre diálogos musicales entre Brasil, Jamaica, África y Estados Unidos para hablar de la transformación social desde la «micropolítica». El resultado da forma al mejor trabajo de la carrera del músico carioca.
Qué: Disco (Natura Musical)
Si todavía hay quien insiste en mirar a BNegão como un rapero sin más es porque seguramente no lo habrá escuchado con la merecida atención. El rap predominaba en su placa de debut, Enxugando gelo (2003), como también en el trabajo anterior de la banda Planet Hemp (en la que también militaba Marcelo D2), pero ese no era el único ingrediente de su receta groovy. El sucesor, Sintoniza lá (2012), tardó nueve interminables años en aparecer pero valió la espera: el funk de los 70, el afrobeat y una interesante dosis de rock fueron la base para un disco poderoso, que llevaba su música más allá de la monotonía rapera. Su álbum más reciente, Transmutação, llega después de una espera más breve y agrega reggae, funk carioca y principalmente dub a lo que ya existía, colaborando para que el resultado sea lo mejor de BNegão en toda su carrera. Las letras hablan de la «micropolítica» es decir, lo que uno puede hacer a pequeña escala para cambiar el estado general de las cosas y en ocasiones pueden sonar repetitivas, pero lo musical no se repite nunca, manteniendo una dinámica multicultural que invita a escuchar el disco en un loop lisérgico y por momentos también bailable. En Surfin Astatke, por ejemplo, el jazz etíope cruza camino con The Ventures y abre un paisaje musical muy especial; en Giratória (sua direção), los cerros de Río de Janeiro abren un diálogo musical con los guetos jamaiquinos y el sonido de los vientos sudafricanos; mientras que No momento (100%) recupera el sonido del mangue beat pero con los metales substituyendo los tambores de maracatu en el protagonismo.
