Soleá Morente ya tiene un disco propio en el último renglón de su alucinante currículum artístico. Reclama su voz propia sin renunciar a las enseñanzas de su padre, apoyada por lo mejorcito de la escena granadina y con el aporte único de La Bien Querida y David Rodríguez.
Qué: Disco (edita El Volcán)
Hay muchas cosas que llaman la atención en la biografía de Soleá Morente. Quizá la más impactante sea ese freno que le sugirió su padre, deseoso de que la niña siguiera los caminos académicos que él tuvo vedados. Soleá le hizo caso, y siguió acumulando acervo musical de las cuatro esquinas del mundo, poniendo los cimientos de lo que algún día quería para su sonido. Un puñado de compañeros de ruta se ha encargado de armar con ella el mecano que marca este debut en larga duración, autoproducido, con presencia nutrida en los flancos de la meritocracia granadina: J de Los Planetas, Lagartija Nick, Lori Meyers, Pájaro Jack, David Rodríguez o La Bien Querida (compositora de ese Todavía que cierra el álbum, el tema docemásuno que parece responder y asimilar el consejo paterno del gran Enrique), amén de la guitarra de su tío Montoyita o la orquesta marroquí Chekara. Soleá se atreve con la electrónica, el flamenco, el pop, el country, el tango… canciones tan sembradas como Tonto o Solos tú y yo brillan junto a las dos adaptaciones de Leonard Cohen, destinadas en su día para el Omega de su padre: Dama errante (Winter Lady) por bulerías y Esta no es una manera de decir adiós. Soleá no vive a la sombra de su padre: orgullosa de su herencia, amante del riesgo como él, lo tiene a su vera… y en el corazón.