Se ha hecho de rogar pero aquí está: el segundo trabajo de la banda barcelonesa Odio París es el primer gran disco del nuevo año. Un álbum contundente y desgarrado con canciones de diversos pelajes y sonido brillante.
Qué: Disco (edita Mushroom Pillow)
Si el debut de Odio París supuso toda una alegría hace ya más de cuatro años, este Cenizas y flores no lo es menos. Con una producción potente y un sonido poderoso, el grupo barcelonés inaugura el año con un disco que es un monumento, una suma de estilos e influencias que van del rock shoegaze a la electrónica, siempre al servicio del pop. Canciones como El último deshielo o En junio son pelotazos de ritmo e intensidad que recuerdan a la mejor versión de Jesus & Mary Chain, mientras que Destellos de ingravidez nos acerca al mejor indie rock. Además está ese verdadero hit que es Camposanto, que seguro estará entre lo más destacado del año. Víctor Riba y Oscar Ferré se hacen más protagonistas por sus letras que por sus voces, un elemento más de este conglomerado instrumental en el que las guitarras, producidas por el siempre efectivo Hans Kruger, se llevan la palma. Joe Lambert (Deerhunter, War On Drugs) aporta su granito de arena en el masterizado de un disco enorme que seguro dará muestras de un directo de los de quitar el hipo. Se augura éxito.
