El granadino es un crisol con matices de cóctel: «jondura» flamenca, Tom Petty, Fito Páez, Kiko Veneno, Oasis (y, por tanto, The Beatles), dos rodajas de limón, un poquito de angostura (para la jondura)… y a vibrar.
Qué: Disco (edita Sonde3/Warner)
El Puchero del Hortelano cerró su libro tras un sinnúmero de aventuras. Antonio Arco, timonel en muchas de ellas, se lanza ahora a la singladura en solitario con este álbum que tiene vocación de rompecabezas, con piezas de las que ensamblan a la perfección: pulcro en la mesa de mezclas, emotivo entre líneas, con el duende consagrado a llenar de pisadas las catorce canciones de la placa. Por ahí aparece un Castillo de naipes que parte en Noel Gallagher y eclosiona en una mixtura de Fito Páez y Triana; Por la mañana y a la cara es un pulso con la incomprensión, y Un día perfecto apela al tembleque que produce un aluvión de momentos felices; anda Arco extasiado y abrumado, temeroso quizá de que el sueño cristalino se acabe de pronto… y varias piezas juegan con el pinturero recurso de abrir cada verso con la misma palabra; «cómo», «porqué», «a veces», «por», «para»… Arco emociona porque se emociona, cautiva por ese uso tan natural de la consonancia en la rima, transporta porque sus canciones están diseñadas para rodar y rodar. Un trasiego lleno de sorpresas y toboganes, con el monte a las espaldas y el salitre en la cara.