Mucho más seguro que en su EP de debut, el grupo más argentino de Brasil presenta su primer álbum. En él revela su potencial para convertirse en la banda de sonido de una generación que quiere que la calle vuelva a ser un lugar para que disfrute la gente.
Qué: Disco (edita Honey Bomb)
El quinteto Cuscobayo siempre tuvo claro que su propuesta consistía en hacer música callejera y fogonera. Su primer EP, Na cancha (2013), estaba en esa línea pero el resultado final parecía insuficiente: su sonido remitía demasiado a la banda argentina Onda Vaga, por la instrumentación (dos percusionistas, trompeta, guitarra acústica y bajo) y, principalmente, por la estructura de las canciones. Eso es distinto en este primer álbum: aunque esté la influencia –asumida, vale decir– de la banda porteña, las referencias de música brasileña están presentes en temas como Dakar, Plantador y Acalma o coração, lo que le suma personalidad a la propuesta. Y también hay espacio para sonidos más volcados al pop, como en O tempo que te resta (regrabada del EP de debut) y Grande coisa.
El hecho de que gran parte del repertorio del disco haya sido tocado durante casi un año en los muchos conciertos que la banda hizo por su región, Rio Grande do Sul, le confiere intensidad a las ejecuciones, y hace que la simplicidad de las armonías favorezca el resultado de las canciones. Aunque es cierto que parte de las letras suenen algo adolescentes, también se percibe un notable ajuste en los arreglos vocales, que ahora suenan más cancioneros que fiesteros. En síntesis, una gran evolución en un corto espacio de tiempo.
Seguramente la gira de presentación del álbum potenciará esa madurez; si es así, su ideología –la calle como lugar esencial para la vida y los viajes como vía de escape de la realidad y herramienta de integración cultural– y su musica pueden convertir a Cuscobayo en la banda de sonido de una generación para la que las utopías de la economia cooperativa y la revaloración del espacio urbano son valores esenciales.
