Transformaciones semikafkianas y catarsis acompañadas de guitarras y voces cándidas pero estridentes. Las claves para enfrentarse al EP debut de Las Olas son sencillas. Desolación disfrazada de optimismo son parte de uno de los trabajos chilenos más destacados de lo que va de año.
Qué: Disco (edita Niñxs Muertxs/Sello Piloto/CFT)
Como un regalo para los amigos. Esa puede ser la mejor explicación para las seis canciones que componen el primer trabajo discográfico de Las Olas. Y es que Canciones para mis amigxs es un compendio de mini relatos, personales y comunes, sobre cómo se vive una ciudad llena de ruido e injusticias, cómo enfrentar la realidad desde la visión de una generación que comienza a hacerse conocida.
Desde la primera canción, Un gato, el sonido que proponen Camila Falucci (voz), Luis Venegas (guitarra), Simón Errázuriz (bajo) y Javier Álvarez (batería) se mantiene en perfecta armonía entre lo sucio del demo y una producción más elaborada. Guitarras ruidosas y baterías rápidas, que circulan entre el hardcore, el punk, en esa nutritiva clave pop que no busca complacer.
Uno de los puntos altos del EP es la polarización que se expresa en Brilla lo que tenemos/Desobedecer: un lado masculino sensible y vulnerable y una contraparte femenina agresiva y salvaje, hacen de la misma letra composiciones completamente opuestas. Las canciones vertiginosas –algunas desoladas, otras más valientes–, huyen tan veloces como el disco completo, dejando con sed de un pronto larga duración.
En definitiva, Canciones para mis amigxs es una gran primera señal y la materialización de un buen comienzo. La alerta de tsunami más disfrutable que podamos recibir.