Un poco yeyés, algo niñogusánicos (¡Algora campeón!) y un montón de ellos mismos. Saben que el desenfado no se puede impostar: quien comete tal torpeza queda en evidencia. Larga vida a los Novedades Carminha, paladines del pequeño comercio y la canción acrisolada.
Qué: Disco (edita Ernie)
Érase una vez una banda gallega que chalaneaba con el punk, el garage ramoniano y el Marquee Moon de Television desde una óptica tan grisácea como multicolor. Un día, coincidente con el primer mazazo al bloque de piedra que acabaría siendo su nueva obra, decidieron acercarse a la luz desde otro ángulo. Todo sin perder la retranca del humor atlántico, por supuesto; sin embargo, el puente hacia el Mediterráneo resultó ir más allá de Mallorca para convertirse en crucero. Una marcha menos, a veces, es más: lo bueno es que no han perdido frescura en el salto, ni el puntito de mala leche (muy palpable en Que Dios reparta fuerte o De vuelta de todo, por ejemplo: vaya arranque de disco) imprescindible para mantener cerca a sus fieles. Es fácil descolocarse con la versión de aquél Cariñito de Los Hijos del Sol, lanzar mil hipótesis sobre lo procedente de los homenajes o el uso mesurado de la ironía antes de bailar despacio, marcando mal los pasos como el tipo del ponche en el baile de fin de curso. Ya lo decía el sabio francés aquél cuando desmembraba la etimología de espasmódico: nada de formalidad, «pas du tout». Hay que dejarse llevar y sacar afuera el demonio: en Dame veneno se encuentra el manual de instrucciones, la clave de la felicidad para Novedades Carminha. Los Chunguitos, como los Reyes Magos, llegaron por otro camino. ¿Habrá mashup?