El proyecto liderado por Eva e Iván llega con un disco de pop psicodélico que nada tiene que ver con la psicodelia clásica. Canciones breves, intensidad y repetición son las herramientas que ha utilizado Linda Guilala en este flamante Psiconáutica.
Qué: Disco (edta Elefant)
La hipercolorida portada de Psiconáutica ya dice mucho de su interior. Y es que el álbum que han hecho Iván y Eva es como la paleta de un pintor abstracto, colorista y especialmente psicodélico. Con salpicaduras en forma de sonidos breves y concisos; no en vano casi la mitad de la veintena de canciones que conforman el álbum no llegan ni al minuto de duración. Linda Guilala huye del espacio y del silencio y se concentra en la esencia de ese pop psicodélico que alargaba ambientes y guitarras hasta la extenuación, demostrando que nada tiene que ver el paso del tiempo cuando de lo que se trata es de hablar de shoegazing y ambientación. De esa veintena de temas destacan especialmente Cosas nuevas, un adelanto donde lo rotundo –casi el ruido–, se cruza con la voz de Eva en un choque del que salen chispas. Pasa lo mismo, pero a un ritmo menos acelerado, con Monstruo o con la oscuridad de La última vez. Pareciera que en los siete años que permaneció el grupo en el dique seco no ha estado parado, sino en un barbecho del que ha salido una gran cosecha.
