El carácter único de los festivales, tan proclives a la infección de lo clónico, llega muchas veces a través de un «sine qua non» indefectible: el maquillaje justo (ausente, incluso) y el ritmo, desde la grilla a los altoparlantes. En el trópico se pueden encontrar ambas cosas… y en el centro de España, si hay sol, también.
Qué: Festival de música tropical global alimentado con energía solar y alternativa
Cuándo: Del 24 al 26 de junio
Dónde: Casavieja, Ávila (Finca Tunkashila)
El año pasado fue en Comarca de la Vera (Cáceres). Este año, en Casavieja (Ávila), en la finca Tunkashila, espacio natural con instalaciones 100% verdes en cinco hectáreas que se toman prestadas (respetuosamente, claro) a la sierra de Gredos, con tres espacios para actividades musicales. Es España profunda, España vacía como la que pinta en sus letras más recientes Sergio del Molino; por efecto del relámpago tropical, este paraje cobra ahora vida multicolor. Se alimenta directamente de la madre naturaleza: sol, luna, estrellas, clorofila, Eolo, bicicletas. El festival genera carga voltaica por medios no agresivos con el entorno, tan idílico como remoto. Y la música le pone la salsa al guiso. Nicolá Cruz, el ecuatoriano que conquista longitudes y latitudes en un esfuerzo perpendicular y atinado, gracias a su mixtura de electrónica y raíz andina; Uproot Andy, que tamiza en Brooklyn su harina de sorgo colombiano; la conexión francocaribeña de Sergent García, las barras y estrellas de Maga Bo en su permanente redimensión del sentir afrobrasileño (viajar, asimilar, agitar la coctelera, emplatar con gusto), el volteo dub que exhibe la cumbia del bonaerense Sidirum, Sonidero Mandril y Kris Cai desde México, el pitch certero de Petrolito, Marcos Boricua como vigilante del beat, la entente berlinesa que galvaniza Scooby Dub… un verdadero crisol de estrellas a ras de tierra, sosteniendo la mirada a los luceros de la bóveda celestial.