Desde 2015, la nueva música chilena se vuelve a las guitarras, distorsiones y baterías fugaces para sacudir una escena que necesitaba renovarse. El primer volumen de NMC da cuenta de ello y se transforma en una referencia obligada para conocer lo que está sucediendo en el país trasandino.
Qué: Disco (edita Demony)
Ya no se puede ignorar que en Chile hay una nueva camada de músicos que están refrescando la escena alternativa. Y más allá de sonidos vanguardistas, son nuevas reinterpretaciones de música que ya fue, llenó sus corazones y lo comparten entre ellos. Es que esta joven generación viene con un carisma distinto: todos son amigos, te invitan a unirte a ellos y cantar las canciones que alegran sus días.
Eso está consignado en el primer volumen de NMC (Nueva Música Chilena), compilado curado por el productor musical Cristián Heyne y el periodista Andrés Panes. En catorce canciones, seleccionadas y ordenadas con gran destreza, es posible armar un mapeo de las distintas regiones que hay en esta naciente geografía, bajo el título Pop de guitarras en Chile.
A los ya conocidos Patio Solar (Destellos de algo) y Niños del Cerro (Nos vemos cómodos en este frío), se suman novedades como Perfectos Extraños (Fugaces), Mi Andrómeda (Francisca no contestó) y Urban Monk (Collage); y esperados estrenos, como los de Columpios al Suelo (Un día afuera) y Paracaídistas (Posmodernismo), entre lo más destacado. Sin duda, una recopilación elemental para entender los nuevos sonidos que suenan en Chile.
