Octava edición barcelonesa de Mutek y un reto conseguido de antemano: la sorpresa no desaparece, y los campos de expresión siguen expandiendo a diestro y siniestro el universo de posibilidades que ofrece el desarrollo tecnológico (y la subsiguiente maximización de los caudales imaginativos) a la creación artística.
Québec es la cuna de este festival orientado a los rincones más delicados y bizarros del magma creativo, un análisis de las mutaciones artísticas conectadas con la tecnología con dieciocho años de historia. Desde hace ocho, Barcelona es el multiplicador europeo de un mensaje que llega alto y claro: el que no se arriesga, no gana. Mutek.es lo hace con nuevas apuestas como la sección A/Visions (hoy, en el Institut Français de Barcelona), el programa Digi_Lab by Mazda Space y los estrenos españoles de Recession (del grupo galo 1024 Architecture) o Spacetime Helix, de la italiana Michaela Pelusio y el belga Glenn Vervliet. Esta última será, probablemente, la apuesta más celebrada de estos días, por su espectacularidad. El tándem se sirve de la física cuántica para jugar con referentes audiovisuales: se generan unas ondas mecánicas que se elevan hasta el techo, donde desaparecen camino a una dimensión desconocida: todo ello tamizado por el uso de instrumentos opto-acústicos y la superposición de la luz cinética.
¿Qué más se puede ver desde hoy en la versión barcelonesa de Mutek? Además de todo lo que se televise a través de Movistar +, muchas cosas. Por ejemplo, las luces y sonidos en la armonía que brota de un aparente caos, a cargo de los canadienses Music For Lamps o las Frequencies de su compatriota Nicolás Bernier, que buscan un equilibrio visual entre fuentes de sonido cerebrales y la sensualidad inherente a sus formas y naturaleza. Por la noche hay sesión de dub con Deadbell en el Swith Pocket Club, seguida de Arildo a los platos. El Nitsa cogerá el relevo de los cierres musicales las dos siguientes noches. Además habrá tandas de Ableton Live y DigiMarket.
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