El trío dominicano ha vuelto a dar en la diana: como dirían en la isla quisqueyana, es un jonrón por el jardín central. Mula es canela fina a la hora de mezclar máquinas y sentimientos, ternura y alerta, luz y oscuridad.
El enamoramiento trifásico y generalizado por las chicas de Mula no es de ahora. Ellas sí son de anteayer mismo, pero la juventud que atesoran dejó hace tiempo de ser un factor condicionante a la hora de valorar su talento y profesionalidad. El día en que las hermanas Acevedo y Rachel Rojas unieron fuerzas, la música dominicana ganó una medalla de oro en los Panamericanos, y cada uno de sus esfuerzos (sencillos, alargados, remezclados) refuerza y expande ese convencimiento a nuevos rincones del planeta.
La mixtura salvaje es tendencia en los últimos años de la música latina alternativa, pero para mezclar de ese modo el mambo violento con Fischerspooner (la canción de apertura, Diamantes, suena a eso mismo) hay que tener valor… y pulso cirujano. Si acto seguido se une el trap con un matiz neorromántico, el drum & bass con el pop chicle, los sintetizadores ochenteros y el eurodance con una suerte de mantra en forma de bolero (Eco) o el dream pop de alma hiphopera y matices tecno que retrotraen a los Depeche Mode de Vince Clarke (Laberinto) la impresión general es de asombro absoluto.
Algunas de las piezas incluidas en este largo ya habían hecho el disfrute de la afición en forma de adelantos, como Retumba o No hay manera. Las chicas se atreven con todo, y el resultado es impecable en el cien por cien de las probatinas, incluyendo el baladón del hiperespacio que viene siendo Juego de amor o la chaladura Ten cuidado, pergeñada junto al Gallo Lester, uno de los iconos de la posmodernidad caribeña reciente desde su atalaya en Youtube. Ojo al cierre: hace medio siglo, la tierra dominicana fue invadida por las huestes de las barras y estrellas: Espejos en las azoteas funciona como recordatorio de lo que fue y no puede volver a ocurrir, ahora que la política exterior del vecino del norte parece determinada por los dados del póquer.