Molestan a las pieles finas, cautivan a los poseedores de colmillos afilados y excitan a los que quieren pero no se atreven, a los que se suman a las manifestaciones en el furgón de cola. Los Punsetes presentan nueva ración de alegres tonadas con la cicuta habitual.
Se abre el telón. Los Punsetes salen vestidos de payaso en el videoclip de su nuevo sencillo, ¡Viva! Payasos desatados, ávidos de venganza y sangre, justo ocho años y ocho meses después de la muerte de Larry Harmon, el primer Bozo The Clown; aquél tipo fue el responsable de las pesadillas dantescas de millones de humanos coulrofóbicos (somos muchos: Johnny Depp, Daniel Radcliffe, yo) y Los Punsetes son culpables de asustar bastante a quienes se creen en posesión de verdades socioculturales absolutas.
En este quinto disco, producido por El Guincho (un dato que vale 1.000 puntos y vida extra) hay tantas joyas literarias que resulta algo perogrullesco enumerarlas. Dicho esto, destaquemos dos, por Tutatis: Tu puto grupo es la respuesta más coherente y lapidaria a la insensatez que cometen algunos artistas cuando piden valoraciones sinceras de su trabajo a humanos desalmados, sean o no de su entorno. Mabuse recurre al martilleo, la repetición de esquemas sintácticos y la consonancia en la rima para aturdir intelectos y deleitar entendimientos cuatro segundos después, cuando se asimila por completo cada frase.
El terror sí tiene forma: es la mirada burlona de Ariadna Paniagua cuando suelta sus alfilerazos a los bienpensantes. El miedo real es dejar de mirar sus ojos (hablan, ergo suenan) y perder cualquier atisbo de semántica oculta en la retina. Hay miedo a darle auténtica pereza, a quedarnos en el camino, a cometer errores de manual desde la estrella distante de una pretendida erudición, y darse cuenta de que hilar todos los títulos de las canciones en una argumentación coherente es más difícil de lo que parecía.
En fin, habemus músicas y letras en simbiótica agitación, alegres tonadas rebosantes de cicuta, venenillo que mejora el sabor del vermú. Cualquier otra consideración, opiniones de mierda incluidas, luce algo fútil. La que aquí negrea sobre blanco es, simplemente, cómplice. Nuestro mundo absurdo necesita de látigos elegantes.