En los diez inspiradores temas que componen Mala, su segundo trabajo, la uruguaya Mint Parker ofrece una efectiva fusión de ritmos y altas vibraciones, dándose un paseo por diversos sonidos del mundo entero.
Ha transcurrido casi una década desde que Mint Parker decidió incursionar como solista luego de una larga trayectoria probando con diversos géneros que iban desde la música clásica hasta el grunge. Badaboom fue su primera entrega en la que predominaba un rock-folk influenciado por los sonidos de los años veinte del siglo pasado.
Ahora con su segundo álbum Mala, la multiinstrumentista uruguaya residente en México se deja llevar por los sonidos vintage de diversos géneros entre los que destacan el bolero, el jazz manouche y el charleston. Con base lírica en el amor y todo lo que ello conlleva, los temas de Mint se sienten nostálgicos pero maduros al mismo tiempo, lo que hace valorar la evidente evolución artística y humana que la ha transformado desde su primer álbum hasta ahora.
Con diez músicos colaborando en el proyecto, logra un material que a pesar de ser ecléctico, conserva fuerza y visión. Mint Parker deambula por ritmos lentos, románticos y sensuales que salen a relucir perfectamente en temas como Una flor y Uh dam dam contrarrestando la energía e ironía de Mala y Ouhlala.
La cantautora logra transportar al París de los años veinte a quien que se tope con sus melodías, sin que por ello se pueda considerar a Mala como un álbum de sonido «antiguo». Por el contrario, a pesar de rondar por ritmos pasados, este nuevo proyecto de la uruguaya refresca la escena independiente y muestra una nueva perspectiva de lo que una mujer latina puede realizar en el ámbito musical.
