Sergio Aisenstein, protagonista de la contracultura de Buenos Aires en los años 80, se lanzó al mercado editorial con su libro Freakenstein, un trabajo plagado de anécdotas, muchas de las cuales podrían formar parte de un guión cinematográfico.
Maravilloso, simpático o espeluznante. Cada uno tendrá su opinión. Lo que sí hay que reconocer es que Freakenstein, el libro de Sergio Aisenstein, está compuesto por un anecdotario que no baja su ritmo en ningún momento. Página a página nos va adentrando en la anatomía de un corazón con impulsos oscuros y críticos hacia la cotidianeidad.
Desde muy joven aparecen las marcas de una pesada normativa que lo van a ir llevando hacia la búsqueda de la libertad. Su historia está signada por episodios traumáticos, como el amedrentamiento de un maestro de primaria que trató de tirarlo por la ventana y que también le dijo: «A vos tendrían que mandarte a Alemania para que te fusilen, como hizo Hitler con los que tienen apellidos parecidos al tuyo».
Aisenstein, nacido en Buenos Aires en 1957, fue partícipe de la legendaria revista Expreso Imaginario y del programa radial El Tren Fantasma que influenció a Daniel Grinbank para la creación de la indispensable emisora Rock & Pop. Por su raíz paterna trazó una personalidad inquieta y por una tía abuela supo que una parte de su familia tuvo uno de los circos freaks más importantes de Rusia.
En este libro cuenta todo y pone sobre la mesa relatos que son punta de lanza de la contracultura en la Buenos Aires de los 80. Ahí aparece el Café Einstein sobre el final de la dictadura: un lugar mítico que se inauguró con Los Twist, en el que solía tocar Sumo y por el que desfilaron las actuaciones más disparatadas de la época. «Café Einstein fue un borrador inmejorable. En la ciudad rodeada de muerte se materializó una energía nueva y poderosa», dice el autor.
Luego, con la primavera democrática en su esplendor, llegó Nave Jungla, exótico lugar en cual se concentró la influencia freak arrastrada de Europa y la escena post punk. Por ahí desfilaron shows de enanos, malabaristas, chamanes, odaliscas y payasos, y era habitual encontrase con músicos locales y también internacionales que actuaban en Buenos Aires.