Declamar es una cosa, reclamar otra, y la diferencia entre rima y prima (de riesgo) es una letra bilabial y oclusiva. Si en vez de entrar en este debate se busca estimular los sentidos con un incentivo múltiple, lleno de creatividad y pasión poética, hay que ir a Poetas, este fin de semana en Matadero de Madrid.
Los poetas se sientan a rimar. La consonancia en el alma, la asonancia como compañera de cañas y confidencias. En el programa hay música, charlas, retos al ingenio, dibujos sobre paredes y piel, sonrisas y, si se tercia, alguna lágrima.
Poetas en el sentido amplísimo de la palabra, desde Isidoro Valcárcel y sus nuevas Patronales hechas ex profeso para este encuentro a Esther Ferrer, Premio Nacional de Artes Plásticas. Poetas como Ignatius Farray o Ernesto Castro, que educan y deseducan en el desenfado con el humor como arma.
Poetas como Javier Gallego «Crudo» y Seward, recitado y música directos a la médula espinal; poetas como el bardo Gabo Ferro, Raúl Zurita o Gerardo Grande, que incorporan sus visiones a la fiesta desde el otro lado del Atlántico.
Martin Gubbins apuesta por lo polisensorial en la exhibición, y Nacho Vegas viene a hablar con su libro (no tanto de su libro, como exigía aquél). Está Jansky con su electroversia, y Enrique Falcón, principal miembro del santoral de lares que tiene en su casa Niño de Elche cuando invoca ayudas a la inspiración.
Los Ganglios y las Indi-gestas se subirán al escenario para que nadie se ponga demasiado trascendente (o para ir de la trascendencia a la sonrisa en un tránsito coherente) y los peques podrán disfrutar de una actividad ideada para ellos: Pollopoesía.
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