Suena totalmente familiar pero a la vez parecido a nada. Esa es una de las paradojas que permite definir la sorpresa que provoca el tercer disco de la banda carioca Do Amor, distribuido por el prestigioso sello brasileño Balaclava.
No hay ninguna banda como la brasileña Do Amor. Sus miembros son rockers en la misma medida que sambistas y tan experimentales como orfebres del pop. Y con su más reciente disco, Fodido demais, agregan a su currículum «contemporáneo y atemporal», una paradoja más a lista que los caracteriza.
El disco no estaría fuera de contexto si hubiese salido en los años 90, con las guitarras mezcladas con todo ritmo posible y el grunge en pleno apogeo; sin embargo tiene el delicioso aire fresco de lo novedoso. Así, los elementos brasileños son muy notorios en Frevo da razão (con la participación vocal de Arnaldo Antunes) y el samba anárquico Minhas vozes.
Pero esa identidad de la música de su país se puede notar –y escuchar– a lo largo de todo el álbum, incluso en un tema en ingles como One Plus One, una espécie de carimbó (ritmo del Norte de Brasil) moldeado al estilo del pop anglosajón. También omnipresente en Fodido demais es la sensación de rareza, que hace que hasta las canciones más pop –como O aviso diz, Não leve o la preciosa Eletricidade– tengan detalles y sensaciones difíciles de identificar en una primera escucha.
Cuando se habla de Do Amor, se suele mencionar que se trata de un grupo formado por grandes músicos que han tocado con gente del nivel de Caetano Veloso, Los Hermanos o Lucas Santtana, además de una infinidad de proyectos underground. Sin duda es una información importante para comprender de dónde viene la diversidad musical y la sensibilidad de sus composiciones, pero no ayuda para nada a imaginar el camino por el que irán con su música: el paseo por este Fodido demais es único y totalmente impredecible.