Donde todo comenzó, en El Puerto. Los «melomonos» (loor al inventor del palabro) se reúnen en concierto para disfrutar dos días de la música en directo con Monkey Weekend, sin preocuparse aquí de las cosas del negocio. Eso queda para la feria otoñal de nombre muy parecido y temporalidad extendida.
«This is the end», cantaba Morrison. Pues eso. El final de la segunda palabra en el encabezado de este texto da una pista muy clara (perogrullesca, casi) para entender la esencia de este nuevo invento, de nombre reconocible; nace como hermano pequeño y jovial del Monkey Week, una iniciativa que aúna desde hace una década las partes lúdica y comercial de la música independiente.
Estos dos días, conciertos, sin charlas ni zonas acotadas de bisnes: otra cosa es lo que haga cada cual acodado en las barras. Está Bejo, arroz de todas las mesas en los últimos tiempo, apurando al máximo su momento caliente. Está Betunizer, banda favorita de los deshollinadores, herreros, orfebres y odaliscas; Cabezafuego, bendita locura la suya; Cuello y el ruidismo de seda; Lorena Álvarez, capaz de traducir instantáneamente al gaditano las emociones que se desatan en el verderío astur; Núria Graham, nova cançó de este milenio; Rosalía y Refree, flamencos ellos; Za!, siempre sobre el filo, desafiando cualquier intentona de adocenamiento; Perlita, santo y seña del hedonismo en la Tacita de Plata…
La fiesta se adivina muy grande, muy plural, muy todo. Y en El Puerto, además; eso es otra fragancia. Si no vas, no sabes hasta qué punto es cierto todo lo que te han contado.
