Hasta las siete del gato aún faltan tres: luego se vuelve a contar desde ocho, y así siempre. Vida Festival cumple cuatro ediciones con el mar a la vera y una certeza por bandera: allí se llega con ilusión… y se sale con alegría. No es solo el programa, que también: se trata del hormigueo en el alma.
Hay cosas que nacen con estrella. El Vida es una de esas cosas. La filosofía del invento es tan simple como aplastante: autenticidad por encima de todo, ya se trate de un artista consagrado o de una propuesta emergente, como ocurre este año con la adolescente Marem Ladson.
Esa mirada plural es, además, cariñosa con el talento español más atípico. Es el caso, por ejemplo, de una nómada como Elena Setién, el ubicuo Bigott, Enric Montefusco (el tipo tiene un pacto con las musas desde el primer acorde de Standstill) o el trío madrileño Favx, entre otros.
En lo alto del cartel están The Flaming Lips, detalle revelador del conjuro que flota en el ambiente del Vida, junto a otro arroz de guisos selectos como Devendra Banhart, además de Fleet Foxes y Phoenix. Este año hay varios referentes de las Antípodas, todos (por supuesto) con algo interesante que decir: los australianos Jagwar Ma, Parcels o Gabriella Cohen.
De mucho más cerca, gente que ha incorporado a su genoma la expresión «estado de gracia», como Miqui Puig, Los Punsetes, Guadalupe Plata o Rosalía y Raúl Refree. En medio de todo, de la playa a la masía, un poco de cine, artesanía, ilustración, degustaciones… lo que viene siendo vivir la vida sin restricciones.