Con el entrante de jueves que incluye a !!! (Chk Chk Chk) y Miss Caffeina comienza un festival de morro fino, corazón caliente y heterogenia dentro de la homogenia. ¿Cómo es eso? Variedad de estilos dentro de un mismo modo de entender el arte. En el cartel de Low Festival no hay chirridos.
El Low Festival tiene muchas cosas buenas, pero la mejor es sin duda la falta de prejuicios y la poca necesidad de dar explicaciones a esa gente que vive la vida con una lupa en el ojo, marcando la corrección espiritual de las programaciones con una rigidez digna de Torquemada.
Aquí manda el hedonismo, desparramado con espíritu glamuroso y el mejor de los criterios para un festival de corte masivo: dar de comer a mucha gente diversa con la convicción de que no habrá productos de marca blanca en el carrito de la compra.
En el tejado del programa aparecen Pixies, Franz Ferdinand, The Hives, Nada Surf , Mando Diao o Lori Meyers. Si, la nave se va a mover a bastantes revoluciones. La presencia (recurrente en el estío español, sí, y energizante como pocas) de Dorian o La Casa Azul convive con los alzabracismos de Fangoria, esa dupla que no pierde la pose jamás, ya toquen en arrabales, pedanías, clubs o palacios.
Los locales de la armada indie están en cascada, desde los que creen en el baile como terapia (Varry Brava, Full, Delorean…) hasta iconos de filias plurales como Xoel López, Triángulo de Amor Bizarro, Sidonie, Los Punsetes, Biznaga (entre muchos otros) o El Columpio Asesino con su Toro, sin olvidar el aire hiphopero rompedor de etiquetas que cultiva Agorazein. La chilena Soledad Vélez pone la única pica en Flandes (perdón, en Benidorm) del fin de semana en un territorio que también le hace sentir en casa por asimiliación, el levantino.