Imperturbable ante la dictadura del mercado, Pez sigue su propia estrella. Ahora, la gran reserva ética del rock argentino acaba de entregar un disco urgente pero sin fecha de caducidad a la vista.
Digamosló así. Todos queremos girar la cabeza y ver que Pez está en nuestro equipo. Además de ser la gran reserva ética del rock argentino, la banda de Ariel Minimal construye su obra con un ritmo febril e imperturbable ante la dictadura del mercado y las tendencias.
Pez sigue su propia estrella –ese es su corazón anarquista–, pero eso no significa que sea ajeno a su lugar y su tiempo –ese es su corazón peronista.
Buena parte del combustible de Pelea al horror, su décimo sexto disco de estudio, es la coyuntura social y política de la Argentina. Pez, sin embargo, no compuso un puñado de «canciones de protesta»: grabó un disco urgente, pero la mayor parte de estos temas no tienen fecha de caducidad.
Pelea al horror, el hard rock asesino que titula el álbum, hoy puede hablar del gobierno de la derecha, pero mañana se ajustará a la Matrix y en la prehistoria quizás aludió a una tormenta de asteroides. ¿Quién sabe?
Por otro lado, La balada del niño mudo, el perro blanco y la señorita Bettie retoma el hilo de su propia saga. No solo significa el reencuentro con el escritor Fabián Casas, sino que se pliega a la tradición setentista (afianzados nuevamente como cuarteto, se destacan las armonías vocales y el Rhodes de Juan Ravioli).
Así entreteje un eslabón más a la historia de la trashumante Bettie, uno de sus personajes dilectos: «y ya no buscó moralejas / a veces solo es porque sí / y ahora escribe una historia con final feliz y elemental. / Puso su pie sobre el Cristo / y se hundió en la noche más oscura / y solo algunas veces se vuelve procaz y sentimental».
Sí, el corazón herido de la portada puede encontrar consuelo, pero conserva la sonrisa y no está dispuesto a entregar su garrote.