En No es privado, Viva Elástico renueva su sonido sin perder identidad ni solvencia. De la mano de letras logradas y estribillos aptos para la alta rotación, el quinteto argentino vuelve a arrojar aguafuertes de una sensibilidad que necesita ser gritada desde la ventana.
Para Ale Schuster –el poeta ambivalente detrás de las letras y las voces de Viva Elástico–, el amor es libertad, es fantasía, pero también es temor. Así lo enumera en No es privado, la canción que da título al tercer disco de estudio de los formados en la zona sur del Gran Buenos Aires. Y son esos miedos los que definen gran parte de la impronta del frontman, que enhebra versos frágiles sobre las bases de un grupo cuyo latido pop no cesa jamás («Yo soy como el tango y me visto de new wave», canta en De new wave).
Si algo diferencia al actual trabajo de Viva Elástico de los anteriores, es la suciedad. Allí donde antes dominaban los sintetizadores, ahora se dejan oír guitarras con pequeñas dosis de reverb. Sin perder la luminosidad ni los estribillos de combustión espontánea, el quinteto levanta las banderas del autoboicot como estética. Sea en los momentos en los que suena más ajustado (Aloe Vera, Verano kamikaze) como en aquellos en los que suena más relajado y veraniego (Cansado de ver la hora y Ven).
«Cada canción quiebra en el momento exacto» canta Schuster en Todos los problemas, uno de los momentos más altos del disco, casi como una declaración de pericia pop. Por tercera vez en ocho años, Viva Elástico le pone voz a los sentimientos de una comunidad de perdedores hermosos.