La banda brasileña alternativa que más gira por el mundo vuelve sin aviso previo con Lá vem a morte, un álbum mitad cancionero y mitad experimental. Boogarins propone una nueva y sorprendente experiencia musical más allá de la neopsicodelia.
La ingenería de sonido que desarrolla Boogarins no tiene igual en el mundo. Aunque la prensa de Brasil suele situar a la banda entre las hordas neopsicodélicas, sus miembros están mucho más allá de la sonoridad deudora del pasado –o de Tame Impala– que abunda en estos tiempos. Lá vem a morte, su tercer álbum de estudio, llegó sin aviso previo; no hubo adelantos ni demasiado ruido en las redes sociales. Llegó como suele llegar la muerte, que es el personaje que se pasea de manera constante por el disco. Y también, como la muerte, tiene caras distintas.
En medio de las ocho canciones que componen este trabajo podemos encontrar la rareza estructural que es característica de la banda de Goiânia: cuando aparecen Elogio à instituição do cinismo y Lá vem a morte (partes 1, 2 y 3). Las tres partes del tema que da nombre al disco señalan comienzo, mitad y final de la obra, como para que quede claro que la muerte siempre nos acompaña, y también para ayudar a valorar el tiempo que nos queda por vivir.
Las otras cuatro canciones son casi pop, pero un pop impregnado por la muy personal marca del cuarteto. De esa manera Foi mal –con la participación de la cantante Céu– y la sexy Onda negra –que flirtea con el trip hop– son claramente los hits a primera escucha.
La onda más bailable se nota en Corredor polonês, mientras que Polução noturna es conducida de manera lenta y con instrumentación mínima. En estas, las voces siguen sonando como un instrumento más, menos preocupadas en aclarar las letras y más en formar parte del atractivo paisaje sonoro; un paisaje de quien no quiere escapar de la realidad, sino ir a chocar contra ella, por más dura que pueda ser. Indudablemente un disco para tiempos difíciles, como los que toca vivir.
Para aquellos que esperaban un trabajo con todo el ruido y el desenfreno que Boogarins muestra habitualmente sobre el escenario, puede que suene algo decepcionante. Sin embargo, ya sabemos la banda brasileña no está para adaptarse a las expectativas del mercado ni de la gente: su objetivo es entregar siempre una nueva y sorprendente experiencia musical. Y ese objetivo se cumple con creces con este disco.