Antonio, un hombre de setenta años que vive en un pueblito al norte de Argentina, está obsesionado con la búsqueda de ovnis y pretende trasladarle esa pasión a su hijo José. Al centro de la tierra, una gran película en clave de documental, llega a la cartelera argentina.
Al centro de la tierra, escrita y dirigida por Daniel Rosenfeld (Cornelia en el espejo), es una película difícil de clasificar que entrelaza la ficción con el documental. Seguramente lo más justo sería aplicarle el término que usó su director: un documental narrativo.
Con un paisaje aplastante que resalta por la belleza de su fotografía y una música cuidada que adentra en la historia, la película logra con creces atrapar al espectador. Así, el filme cuenta la historia de Antonio Zuleta, un buscador de ovnis, que vive junto a sus dos hijos en la provincia de Salta, en el norte argentino.
Antonio pasa horas mirando el cielo de su localidad, Cachi, a través de su cámara en busca de objetos voladores; esa es su obsesión, él siente que tiene una especie de don, de energía con el más allá, algo que lo conecta. Pero su personaje no se queda ahí, Antonio quiere trasladar el oficio de buscador a José, su hijo. Él está seguro de su intuición y su convicción no dejará indiferente a nadie.
El filme reflexiona sobre la pasión de un hombre. Lo que importa no es tanto los ovnis que busca Antonio, sino la manera en que los busca, ese deseo de encontrar algo significativo, la curiosidad por lo que no tiene explicación. Antonio nos recuerda al teniente Drogo de El desierto de los tártaros, que espera una aparición que justifique su existencia.
Pero también se aborda la relación padre e hijo, el vínculo a través de la pasión, y esa lucha entre intuición y ciencia (la misión con el asistente es muy gráfica al respecto), entre la tierra y el cielo. En definitiva, una película que atrae y promete dejar al espectador mirando hacia arriba, buscando respuestas.