En plena vorágine de nuevos aspirantes a reyes indie del pop español, la banda madrileña Vetusta Morla presenta Mismo sitio, distinto lugar con los dientes afilados y muchas ganas de convertirse en algo más que un fenómeno de masas.
Vetusta Morla sigue su propio camino de migas de pan hacia ese disco que le reevalúe también entre las facciones más escépticas del mundo indie-pop. No hay más que seguir el guión de las letras de Deséame suerte, el corte que da comienzo a este remozado en clave barroca. Para lograr dicho objetivo, la banda ha contado con una implicación mayor por estructurar arreglos de corte más complejos dentro de un todo que, al fin y al cabo, remite a su sonido de siempre.
El título del disco ya lo dice todo: Mismo sitio, distinto lugar. Ni más ni menos. En ello ha contribuido de manera esencial la presencia en la producción de Dave Fridmann, uno de los hombres que desde la segunda mitad de los noventa definieron el sonido –ampuloso para unos y pasional para otros– de épica spectoriana patentado por grupos como The Delgados y Flaming Lips.
Salvando las distancias, ésa es la meta propuesta a lo largo de un recorrido donde los lugares comunes han sido engalanados y cubiertos bajo una máscara que sirve a Vetusta Morla para creerse poseedor de su propio destino musical. Si éste será el camino que proseguirá el grupo en próximos pasos o se trata de una isla en su carrera, ya es otra cuestión. Por lo de pronto, no hay más que reconocer que lo contenido entre esta decena de cortes supone el esfuerzo más logrado y ambicioso de su trayectoria.