Lo del dúo Ojete Calor no tiene nombre. Carlos Areces y Aníbal Gómez, enmascarados bajo el nombre musical más cool del universo pop, ofrecen su vertiente cómica bajo los filtros de un synth-pop de cacharrería no menos chanante que sus letras.
De entrada, uno no sabe que pensar ante lo que los actores y humoristas Carlos Areces y Aníbal Gómez están proponiendo realmente en Pataky, totalmente integrados en una concepción de cómo debería sonar el pop chanante. Porque no nos engañemos: no estamos ante un trabajo evaluable sin la sombra de la patente Paramount Comedy.
Esto deriva en varias opciones para el receptor; por un lado, está la de olvidar la parte instrumental para centrarse únicamente en la sucesión de chistes propuestos y descojonarse de la risa; por el otro, se lo puede tomar como una variación humor-lo-fi del synth-pop que campaba a sus anchas a principios de los ochenta.
En cualquiera de los casos, siempre surge el recuerdo de aquellas cintas de chistes que se vendían en gasolineras. Es que lo de este dúo es: honestidad pura y dura. Su intención es una representación fidedigna de lo expresado en el nombre que se han puesto: Ojete Calor. Una broma sin mayores intenciones que hacer lo que les da la gana en todo momento o en toda «canción», si es que el término es aplicable a lo que hacen.
En su caso, se podría definir mejor como «chiste musicado», o como dirían ellos mismos: ojete canción pop. De lo que no cabe duda es que la valía de este trabajo queda totalmente supeditada a los gustos humorísticos del oyente y no a los musicales. Pero visto lo transcendente que parece todo en el pop actual, ofertas como la suya no solo son necesarias, sino también transgresoras.
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