En este nuevo álbum se dan las claves de una personalidad intentando buscarse a sí mismo a través de la curiosidad y el autodescubrimiento. Así, Joni Antequera presenta un jugoso tratado de pop, cumbia, salsa y formas digitales que muestra hasta dónde está dispuesto a llegar con Amatria para sorprender.
Producido bajo una prominente patente synth, el nuevo paso de Amatria quizá no llamaría tanto la atención de no ser por los destellos latinos como Encaja o Siempre que quiera, cortes que muestran a un artista en progresiva tendencia hacia la búsqueda de renovadas caligrafías en su discurso central.
Con la variedad estilística por bandera, en sus canciones podemos encontrar ramalazos funk como en Lobo o sonidos acunados a orillas de una hoguera como en El juego. En cualquiera de los casos, se hace patente una realidad perenne en toda clase de incursión llevada a cabo: la necesidad de fundir tonos y sonidos de exultante vitalidad.
Así es como Amatria cura sus penas, al son de lamentos tan vivificantes como La piedra. Dentro de una matemática más ochentera, El coche fantasma es una viñeta de pop electrónico de ésas que apelan a la nostalgia como forma totalmente válida. Lo mismo se puede argumentar de Tú, que nos trae una forma típica de recogimiento blue-dance tan propia de comienzos de este siglo.
Vistos los resultados finales de esta nueva experiencia, cabe decir que sus trabajos anteriores han sido totalmente ampliados y expandidos. Aun así, siempre nos quedará la duda de si este trabajo será una isla en su trayectoria o realmente asentará las bases de un discurso que, siendo positivos, parece decantar la balanza hacia el lado de los más optimistas.