Ya está aquí la nueva aventura sonora del uruguayo Dani Umpi. Después del adelanto de La yuta por fin vio la luz Lechiguanas, obra que presenta a un artista que derrocha experimentación, baile y canciones casi indescifrables desde del culo del mundo latinoamericano.
Desprejuiciado artista multidisciplinar. Así se podría presentar brevemente al uruguayo Dani Umpi ante quienes no le conozcan. Su carrera alterna artes visuales, escritura y música. Y justamente son sus canciones las que ocupan nuestra atención en esta ocasión.
Lechiguanas es el resultado de sus eclécticas influencias –músicos, actores, escritores y demás– que viene acumulando desde que comenzó su camino musical, allá por la pequeña ciudad de Tacuarembó, y que tiene su inicio con el premiado Perfecto (2005). Así podemos mencionar nombres tan diversos como Felisberto Hernandez, Ace Of Base, Carlos Perciavalle, Wendy Sulca, Fito Páez, Fun People, Andrés Calamaro, Natalia Oreiro, Valeria Lynch, Rosario Bléfari, Jaime Roos… Y la lista, que solo el mundo Umpi podría combinar, sigue.
De esta manera, el álbum cuyo título evoca a unas avispas regionales con miel venenosa y también al personaje de una anciana en la clásica película Nazareno Cruz y el lobo, del director argentino Leonardo Favio, ofrece ocho canciones con la producción de Jean Deon, que escriben un capítulo más en la barroca y vanguardista obra de Umpi, un artista que parece estar adelantado al tiempo y que carece de todo prejuicio.
Así, el uruguayo escapa de etiquetas de géneros y de muros formadores de guetos culturales. Él bebe de todo y no le sale nada mal, lo que le confirma una vez más como un creador en total libertad, sin miedos ni limitaciones. Por eso se celebra su método a puro baile, algo para destacar en tiempos de tanta susceptibilidad. De eso parece tratar todo esto, de algo más que un disco. Una confirmación. Identidad es la palabra.
