Julia, una empleada de un casino en la Patagonia, es tentada por Armando para trabajar con él en una petrolera. Cuando ella descubre que la propuesta laboral es un secuestro ya estarán en medio de la nada. Al desierto llega a las salas argentinas.
Al desierto está dirigida por Ulises Rosell (El etnógrafo), quien también escribe el guión junto con el reconocido escritor Sergio Bizzio (Rabia). Entre el western y la road movie de a pie, el filme replantea la paradoja de las cautivas del Siglo XIX, el de un cautiverio al aire libre: ¿hacia dónde escapar cuando todo es desierto?
Julia (Valentina Bassi) trabaja como camarera en el turno noche de un casino de Comodoro Rivadavia, una localidad en la Patagonia argentina. Como lo que gana no le alcanza para vivir, acepta la propuesta de Gwynfor (Jorge Sesán), un misterioso descendiente de galeses, para ir a trabajar como empleada administrativa en una compañía petrolera. En el viaje por la ruta, Julia sospecha de las intenciones de Gwynfor y desesperada forcejea con él, haciendo que la camioneta vuelque. Así es como ambos quedan perdidos en el medio del desierto y empieza una odisea por sobrevivir.
En este thriller apasionante, Rosell logra captar a la perfección lo que genera el desierto patagónico, una meseta desolada con kilómetros de espacios infinitos que oprime y empequeñece. Así, el polvo que enturbia la vista, la fuerza del viento, la tormenta impiadosa y los cambios de luz envuelven a los protagonistas y hace que la angustia por una huida cada vez más lejana crezca. Impulsado por planos secuencia largos manejados con gran mano por el director, el espectador siente la tensión de estar ahí con los protagonistas, tierra adentro, padeciendo el desierto.
La película también indaga sobra las relaciones humanas en una situación extraordinaria, hay violencia física y psicológica, sí, pero, sobre todo, muestra las contradicciones, miserias e inseguridades de las personas ante esa situación.