La primera novela de Gloria Esquivel, periodista, traductora y poeta bogotana, trasciende el universo particular de su protagonista para apuntar al corazón de una generación que vivió su niñez en medio de un ambiente insano.
Qué: Libro (Alfaguara)
A finales de los años ochenta una de las canciones de rock más radiadas en Colombia era En la calle, del dúo Compañía Ilimitada, en pleno furor del mal llamado «rock en tu idioma», Juancho Pulido y Piyo Jaramillo invitaban a los jóvenes a salir: «Los cafés se toman la acera / con gente que sale a posar / los transeúntes que miran y miran y miran / y no dejan de mirar / En la calle / algo bueno va a pasar / Ven sale a la calle / sal a caminar». Pero la realidad es que ni siquiera esa trivialidad esbozada era posible; el miedo a un bombazo del Cartel de Medellín, había obligado a todos guardarse en las casas.
En ese contexto se desarrolla la infancia de Inés, una pequeña frágil de clase media con siete años y dientes de leche tambaleantes que vive con su madre divorciada y sus abuelos, que en medio de un horror que no comprende y ante la inminencia del fin del mundo encarnada en un eclipse de sol, empieza a descubrir la crueldad humana a través del dolor y la decepción que le ocasionan las personas que quiere, incluyendo a María, su amiga, una niña fuerte, nieta de la empleada doméstica de la familia.
Una Inés adulta recuerda su niñez y va guiando al lector por los entresijos de una casa enorme en donde transcurren sus días jugando con María y en donde construye un mundo interno particular y fantástico que la protege del exterior incierto. Para intentar darle un sentido lógico a lo que ocurre, a todos quienes la rodean, incluyendo a su padre con quien anhela vivir, les encuentra y adjudica características animales, habilidades e instintos primarios capaces de vulnerarla y conducirla hasta el fin de la inocencia, o la infancia misma.
Un entramado metafórico rico y eficaz, y referencias precisas que construyen un telón de fondo naif (juguetes, golosinas, canción melódica, balada pop y merengue dominicano, entre otros), que acompañan la narración, no sólo revelan el buen oficio de su autora; a través de ellos, Gloria Esquivel también saluda y conecta con una generación que, sin saberlo, creció en medio de la paranoia nacional a la vez que se adentraba en el mundo agobiante de la razón.