Ya son unos cuantos años y discos dejando una impronta indie-rock sin nada que envidiar a las grandes ligas anglosajonas. La banda valenciana Cuello regresa con Regalo doble, un álbum que se bebe en diez tragos cortos hacia las entrañas.
Qué: Disco (Bcore)
Desde luego, a la hora de sondear las escenas musicales más nutritivas que se cuecen en terreno underground, la del rock forjado en tierras valencianas se lleva la palma. A ello ha contribuido un grupo como Cuello, auténtico depredador de la expresión emocore, aunque filtrada siempre desde un plano carente de la transcendencia emocional tan característica de esta rama del post-hardcore.
Cada vez más seguro de sí mismo, lo que ha logrado en su nuevo LP es lo que ambiciona toda formación con sed de crecimiento: sellar un genoma exento de relaciones directas con las fuentes de aprovisionamiento. Así sucede desde El solitario dueño de mi emoción a Días de carrusel. En total, una decena de cortes inflamados de un fervor, cuasi religioso, hacia la catarsis melódica. Algo así como si Superchunk se hubiera criado en villorrio levantino.
Y es que en ningún momento hay posibilidad para el respiro. ¿Para qué? Cualquier intento por dosificar semejante chute de energía indie-rock debería ser contemplado como un pecado capital. Ni más ni menos. Ahora no queda más que esperar por la exposición sobre las tablas de este trabajo, forjado desde el subconsciente, como la versión más fidedignamente posible del incendio que es capaz de generar la banda encima de un escenario. Torrencial y muy segura de sí misma.