El alma latina de Adán Jodorowsky ha reflorecido bajo la conexión con su alma. Adiós a Adanowsky, hola al hombre, al ser humano que ahora nos entrega Esencia solar, todo un disco de resurrección.
Qué: Disco (independiente)
Agotado de su endiosamiento bajo la careta de Adanowsky, Adán Jodorowsky, hijo del inclasificable genio chileno Alejandro Jodorowsky, ha dejado brotar su lado humano, ¿su verdadero yo? Sea o no así, álbumes como éste responden a intenciones curativas en base al contacto humano, al respeto de la tradición y la búsqueda de un hálito perenne de vitalidad.
Impulsado en volandas por su propio ímpetu de transfiguración, las canciones de Esencia solar ruedan sobre un camino de sones latinos, voces indígenas y un enfoque claramente centrado en las historias de las gentes y costumbres que se han vertido de forma oral a lo largo de los años, aunque bajo su propia invención.
Historias como Hasta la aurora responden a esta necesidad implícita por la reinvención. También suma puntos en este objetivo un corte como Color café, estandarte de la búsqueda del brío popular por encima de todas las cosas. Algo que también anida en el resto de hermanas pequeñas que conforman este corro alrededor del corazón renacido de Adán, el mismo niño que hacía de joven Fénix en el filme Santa sangre, y que, tres décadas después, ha tomado conciencia para renacer de las cenizas que quedan cuando uno se inmola en un ego trepanador.