Después de Planes, el uruguayo Gonzalo Deniz (el hombre detrás de Franny Glass) parece barajar y dar de nuevo en el flamante Desastres naturales. Apoyado en el ritmo y las programaciones, abre una fulgurante línea de fuga para su canción.
Qué: Disco (Independiente)
Como dice el escritor argentino Fabián Casas, un verdadero artista va en contra de su habilidad. A Franny Glass (detrás de la máscara está el uruguayo Gonzalo Deniz) le tomó cuatro discos llegar a la medida exacta de su destilado de candombe beat, canción de autor y pop-rock. Después de un disco perfecto como Planes (2014), podría haber hecho lo que cualquier hijo de vecino: replicar su fórmula –después de todo, es suya– hasta el final de los tiempos. No es el caso.
Desastres naturales es, inesperadamente y sobre todo, un disco mántrico. Apoyado en el ritmo y las programaciones. Claro que no es un disco tribal. Se diría –incluso– que es un disco gélido, en el mejor sentido new wave de la palabra: desde su arte gráfico hasta los timbres, pasando por esos títulos desprovistos de emoción como Técnicas para hacer fuego. Deniz lleva ese distanciamiento hasta el punto de ceder completamente el centro del escenario en dos canciones. Así, en el candombe Tanta mala suerte algunos versos que en su voz sonarían desajustados («Y cuando me mirás / caigo de jeta al lodo») son puestos en la boca de Wagner Moura. El corazón está ahí, sobre la mesa, pero nada suena como una confesión.
Esos procedimientos revelan confianza, madurez y una ética de trabajo: estamos al servicio de la música. Parece un lugar común, pero esa entrega no es habitual en estos tiempos de estrategias de marketing y autobombo desesperado. Franny Glass, en ese sentido, sigue el anhelo de Leonard Cohen: es un monje. Y, aunque buena parte de la población aún no lo sepa, también uno de los compositores más sólidos de su generación.