Para el flamante Sangre en los surcos, nuevo puerto en su carrera, Fernando Alfaro echa la vista atrás pero desde una posición renovadora. Una propuesta ideal para embarcarse hasta lo más profundo de su arte.
Qué: Disco (IM/Universal)
Resulta pertinente que este trabajo arranque con una pieza tan autobiográfica como Dominó, una de las nuevas criaturas gestadas para esta memorable revisión de la trayectoria del timón de Surfin’ Bichos, Chucho y Los Alienistas. De todas sus diferentes fases, Fernando Alfaro recupera veintiuna instantáneas de un álbum de fotos que rezuma sangre, huesos y (mala) vida.
Tejido en rabioso acústico, Alfaro se simplifica a sí mismo en guitar solo man para ofrecer una lectura más reposada de puntales de su discografía como Ricardo Ardiendo y Magic, pero también de piezas con menor vitola. Tal es el caso de Su mano sobre la mía o Qué condenadamente negra. Sea cual sea el banco de peces, la pesca siempre tiene un propósito: hilvanar un guión aleatorio de retazos personales, acorde a la misma disfuncionalidad artística reflejada en todo su trabajo.
Por el camino de la no-revisión, surge una nueva cabeza de Hidra: la de una voz que se refleja en la verdad contenida por la serie American Recordings, del que él ha hecho una versión de Meseta. Así, en secano y con las venas ardiendo, como siempre que se ha manifestado a lo largo de tres décadas repletas de momentos imperecederos de lo que significa hacer pop con la mente abollada de felices accidentes.
