La banda guipuzcoana Grises se ha lanzado con todo el petate y un flamante álbum cargadito de cepos, empujada por una intensa ambición de transcender dentro de las grandes ligas del pop actual.
Qué: Disco (Hook)
No cabe duda de que Grises, llegado su quinto álbum, ha ido aumentando progresivamente la apuesta en sus aspiraciones. Paso a paso. No es para menos ante un arranque con cortes de aura épica como el de El impacto y Comida para insectos. Sólo por este par de muestras ya estaría más que certificada la valía de este trabajo.
Sin embargo, la cosa no hace más que sumar puntos a lo largo de una fila india de hits desatados. Del toque Pixies en Gato por liebre a la euforia neopostpunk de Papel quemado, los frentes van abriendo paso con actitud e ímpetu atronador, incluso bajo un halo de tracción disco, como en Mi mejor fracaso. Dicha carretera secundaria cobra presencia gracias a cortes como Grita y la atmósfera hipnótica de Alguien inmenso.
No es así en el arreón indie-rock de Intrépido estúpido y El sueño de A., demostraciones de su amor por aquel sonido de alto voltaje emocional facturado por Superchunk e incluso por Los Planetas y La Habitación Roja. Llegados al final, la valía de este artefacto acaba siendo equiparable a su peligroso contagio instantáneo.