Manuel Vilas escribe Ordesa, un viaje introspectivo e intimista que aborda la orfandad desde los recuerdos del propio escritor aragonés. La novela de corte autobiográfico muestra una estampa familiar que baila entre lo trágico del pasado y un infausto presente.
Qué: Disco (edita Alfaguara)
Ordesa no es sólo un Parque Nacional en el Pirineo oscense. Ordesa es memoria, un recuerdo que duele, que ha sido olvidado y que vuelve. Ordesa es un estado mental y un color: el amarillo. Así es como lo describe Manuel Vilas, que ha decidido escribir un libro para poner palabras a la orfandad. Un desarraigo que comienza que en Ordesa.
Este libro es un conjunto de memorias, las de Manuel Vilas y su familia. El escritor afirma que a él siempre le han hablado los muertos. Así, decidió poner orden a los recuerdos propios y ajenos, los de aquí y los del más allá a través de una narrativa introspectiva.
El lenguaje usado es tan poético que la novela transporta al lector a un estado onírico, casi como un narrador omnisciente o un personaje más dentro de la trama. Por ello, es necesario leer esta novela con delicadeza y tiempo, del mismo modo en que ha sido escrita.
Manuel Vilas esculpe su relato a partir de unos hechos traumáticos, la muerte de sus padres y su posterior divorcio, que se convierten en los desencadenantes de su historia. Éstos van hilando el día a día y el recuerdo del ayer con palabras que actúan como bálsamo regenerador para su abatimiento.
Ordesa no es sólo un ejercicio de memoria. Ordesa es el más bello canto de desesperación, el de una vida hecha de tristeza y que ahora es diseccionada en una novela que lejos de autoflagelar, parece buscar la reconciliación con los recuerdos de aquí y los del más allá.