La poeta argentina Silvina Giaganti presenta Tarda en apagarse, una antología de poemas tan cruda como preciosa en la que habla de sus obsesiones y le da vueltas una y otra vez al amor, al desamor, la amistad, las relaciones humanas, la pérdida, la soledad y la escritura.
Qué: Libro (edita Caleta Olivia)
En el primer capítulo de Flores en las grietas, Richard Ford le da vueltas a las preguntas que se hace todo escritor: ¿qué escribimos?, ¿por qué escribimos? y ¿a quién le importa? Reflexiona sobre esto y termina diciendo que su esperanza es que los escritores no se dejen intimidar. «Puesto que nadie puede decirles qué escribir ni cómo, están autorizados a tener su propia visión, pero su propia visión tiene que tener el valor suficiente para volcarla en palabras de la mejor manera que les sea posible», escribe.
Tarda en apagarse, primer libro de la argentina Silvina Giaganti, empieza con una cita demoledora de Canadá, de Ford: «La vida se nos da vacía. Tenemos que inventar la parte feliz». Y es como si la cita funcionara como una declaración de intenciones: hacer lo mejor que se puede con lo que se tiene, con lo que toca. Pero sin resentimiento, sin señalar con el dedo. Algo que se siente en los veintitrés poemas que reúne el libro y se hermanan con la prosa directa, áspera, sincera, de esos narradores norteamericanos (Ford, Roth, Chabon) que tanto le gustan a la autora.
Los poemas del libro tienen el poder de la imagen, son imágenes potentes que explotan en los ojos del lector como un cohete en las manos (el viejo que se sienta lejos en el colectivo, el Rebif en la panza del enfermo, el padre hablándole de cerca al cuadro de Jesús, la madre que firma despacio el boletín o las paredes del consultorio de Cristina). En ellos, Giaganti no busca la rima fácil, significa las palabras, les da otro gusto. Es como si en sus versos desautomatizara el lenguaje. Busca formas nuevas de decir las cosas y eso es un poco la clave de la poesía: romper las expectativas del horizonte. Ahí están Me dijo que amor tuve, Patrick cuatro estrellas, Once decisiones distintas, Encuentro nacional de mujeres o Tomar agua comer fruta, por nombrar algunos, para probarlo.
En Flores en las grietas, Ford también intenta responder ¿de dónde viene la escritura? Dice que el solo hecho de plantearse la pregunta le da culpa y que no todo tiene que ser rastreable. En ese capítulo cita a Wordsworth: «La poesía es el desbordamiento espontáneo de sentimientos poderosos; tiene su origen en la emoción rememorada en la tranquilidad», y es como si esa cita añeja del poeta inglés dialogara directamente con Giaganti, que escribe con un ritmo de respiración pausado y apaciguado aun cuando narra cosas terribles, angustiantes (lean, por favor, Los enfermos de la familia piden por mí).
El libro, como una autobiografía en poemas, habla de las obsesiones de la autora, les da vueltas una y otra vez al amor (el gran tema de fondo), al desamor, la amistad, las relaciones humanas, la pérdida, la soledad, la escritura, todo está cocido por el mismo hilo fantasma. Es que Tarda en apagarse tiene una unidad en sus poemas que muestran la particularidad de la narradora. Poemas que se tensan pero no se rompen. Y eso hace que funcione como un libro esfera. Parece como si Giaganti nos diera un mensaje: las cosas se van con vos, date cuenta y volvé a pasar por los mismos lugares sin hacerte tanto daño.
Es la mirada de la autora la que le da el significado a las cosas, el valor suficiente del que habla Ford. Y ella lo vuelca en palabras como Meterte en el mar:
Pienso que escribir
es como meterte en el mar
primero el agua,
está helada,
pero a medida que te metés
y permanecés
se va poniendo calentita.
Pienso que también
es una forma de pasar
sin mucho dolor por este barro.
Y también pienso
que escribir
es hablar de amor
cuando se termina.
Tarda en apagarse tiene una fuerza que emociona. La voz de Giaganti no se apaga, hace eco.
Silvina Giaganti (Avellaneda, 1976) es filosofa, escritora y docente. Tarda en apagarse es su primer libro.