El escritor argentino César Aira continúa con su sana costumbre de publicar al menos un libro por año. Ahora le toca el turno a El gran misterio, su libro número cien. Una novela hermosa sobre el genio creativo editada por Blatt & Ríos.
Qué: Libro (edita Blatt & Ríos)
Aira suele decir que cualquiera puede escribir un libro. Lo ha dicho en más de una oportunidad y lo dicen también sus personajes, como el científico de su novela número cien: «Todo el mundo contiene el conato de escritor, y solo necesita un tema para florecer». Sí. Cualquiera puede escribir un libro, pero nadie lo puede hacer como él.
El gran misterio cuenta la historia del científico y su obsesión por descubrir el origen de las cosas (¿De dónde salieron? ¿Quién las hizo? ¿Responden a un plan?). Como buen científico, no puede aceptar la idea de una divinidad creadora. Pero tampoco puede aceptar que hayan sido los hombres los que la hicieron. No. La única explicación es que las cosas ya estuvieran creadas por una civilización superior. Es una hipótesis y él está dispuesto a probarla, despacio, a través del método, paso a paso.
Palabras más, palabras menos, eso nos cuenta el científico en el prólogo. Después comenzará su relato mirando para atrás, intentando resolver pequeños misterios que le sucedieron en su vida. Así nos dirá que en él habita un genio; hablará de Berta, su mujer; de su matrimonio a las apuradas para poder conseguir una adopción; de las negociaciones del divorcio con los dos abogados que, como si fueran adornos de la casa, de un día para el otro, empezaron a vivir con ellos; de su posterior y repentina desaparición (¿estarían escribiendo su biografía?); del gran descubrimiento que lo hizo famoso y ser considerado un genio. Porque no hay que olvidarse: el protagonista está habitado por un genio. Y eso puede ser algo incómodo.
En Aira el qué pasaría si y el cómo si se complementan y son ejes de la ficción, una ficción que se sale del lugar común, que usa la realidad a su favor, que busca la transparencia de los hechos. Entonces que en alguien habite un genio se convierte literalmente en llevar un genio adentro, con el inconveniente físico que eso conlleva (por ejemplo: para dormir en la cama uno está en horizontal y el otro en vertical).
Hay en El gran misterio un paralelismo entre ciencia y literatura, las dos trabajan con la invención a través de la forma y, por más método cartesiano, muchas veces se benefician del azar. Aira, como el protagonista, no deja madurar la perplejidad. Cada libro suyo es un experimento que funciona como esos tubos de ensayos que contienen vacío. «Mi trabajo en el campo de la ciencia se limitó inicialmente a la manipulación de objetos preciosos. Hubo una intención sincera de darle al mundo algo nuevo, hacer conocido lo desconocido», dice el científico. Y es como si hablara el autor.
Leer a Aira es ir un poco más allá, implica no quedarse solo en las palabras, sino ver a través de ellas, como usando rayos X, e intentar comprender lo oculto, su operación mental, el juego literario detrás de la superficie. No siempre se consigue, pero siempre se disfruta. Aira lleva un genio adentro.