El célebre cineasta argentino, también senador nacional y político de larga trayectoria, recorrió siete provincias de su país para relatar las consecuencias sociales y ambientales de la explotación agroganadera a base de agrotóxicos. Se estrena en Argentina Viaje a los pueblos fumigados.
Qué: Película (estreno en Argentina)
Dijo Karl Marx: «La historia se repite dos veces. Primero, como tragedia. Luego, como una farsa». El sistema capitalista ha atravesado en los últimos cincuenta años diversas crisis económicas y ha salido airoso en la mayor parte del globo a fuerza de alianzas transnacionales, mano de obra precarizada y acuerdos comerciales que atan de pies y manos a los países en vías de desarrollo. La industria alimenticia no estuvo ajena a estas transformaciones. En pos de potenciar los cultivos, los pesticidas como el glifosato han cooptado el sector agricultor. Países como la Argentina han desarrollado el monocultivo de soja con consecuencias ambientales graves y también sociales: niños nacidos con malformaciones producto de la contaminación de los agrotóxicos utilizados para la siembra de cultivos transgénicos. Este fenómeno es explorado en Viaje a los pueblos fumigados, nuevo documental de Fernando Pino Solanas.
«Junto al doctor César Lerena, nos hicimos estudios en un laboratorio en Mar del Plata que busca los plaguicidas y agroquímicos en nuestro organismo. Lamento decir que me dieron mal, con gran presencia de glifosato en orina y también pesticidas en sangre. Y no soy el único. La mayor parte de la población argentina está contaminada por ingerir alimentos con agroquímicos» afirma Pino Solanas en su Web oficial. El documental, ovacionado en el Festival de Cine de Berlín, mezcla un relato en off a cargo del mismo Pino –una marca registrada de sus producciones que es casi un guiño a Werner Herzog– con entrevistas e imágenes registradas en diversos campos de cultivo de soja. Los colores, muy saturados y de tonos lavados, impactan por su estética. Todo gracias a la labor de Juan Solanas, hijo de Pino, a cargo del color del filme.
«En cada alimento que comemos –incluída la carne– hay conservantes, saborizantes, colorantes, hormonas. Y si no hay hormonas, hay antibióticos y pesticidas. La carne que comemos es en un 75-80% de feedlot. Esto es responsabilidad del gobierno nacional, debería ser política pública la discusión de estos problemas» afirma Pino que hace años, desde su célebre La hora de los hornos (1968), viene utilizando el cine como una herramienta de denuncia, militancia y discusión política.