El Hijo de la Cumbia, músico argentino radicado en la ciudad sueca de Malmö, combina ritmos de cumbia sonidera con hip hop, dub y electrónica. Ahora presenta el flamante Género género, con nueve canciones que combinan ritmos bailables clásicos con edición 2.0.
Qué: Disco (Nacional Records)
Los géneros no gozan de buena salud. Más bien, se ven sometidos a transformaciones y mutaciones constantes, transfusiones de sangre o alteraciones genéticas que modifican su estructura y les permiten seguir viviendo y renovarse. Un ejemplo, que acaparó las pistas de baile de Latinoamérica y Europa en la última década, es la fusión entre cumbia y música electrónica. Así, ritmos nativos, bailables, tribales, étnicos, folk y populares se funden con el hip hop, el trap, el dance, el tecno, el dub y demás ritmos producidos en ordenadores, platos o máquinas de ritmo.
En Argentina son célebres los integrantes del colectivo ZZK (Villa Diamante, El Remolón, Tremor, Super Guachín, entre otros) y en esta misma línea se encolumna El Hijo de la Cumbia. Residente en Malmö, Suecia, se dedicó durante diez años a investigar diferentes sonidos y a presentarse en festivales de México, Brasil, Francia, Portugal, Dinamarca y Noruega, entre otros países. El resultado: el flamante Género género, que reúne a invitados de lujo con composiciones híbridas que intercalan un sonido clásico, de cumbia latina/sonidera, con mashups y programaciones digitales que hace bailar a niños bien y cumbieros.
Ritmo realidad, que abre el álbum, sintetiza el ADN de este disco: «la cumbia es colombiana, es mexicana, es argentina; de los barrios, de las favelas y villas», canta Celso Piña, histórico acordeonista y compositor mexicano. Un güiro al frente y la voz de Alika Nueva Alianza, a puro electrodub sonidero con elementos hip hop, construyen un inicio a pura potencia. Huepaje, con la voz de El Rama, tiene una reverberación electrónica y un beat tropical que remite a El Chavez. En Che Revolution se luce la voz de la cubana La Dame Blanche, rapeando en un pulso mucho más hiphopero. Por su parte, Que te vaya bien comienza con efectos de dancehall y pelea de gallos y se va tornando más bailantero de la mano del acordeón y los vientos al frente, que remiten a la música colombiana. Aquí brinda su aporte el chilango Camilo Lara y su Instituto Mexicano del Sonido.
La segunda parte del disco es mucho más climática, con temas instrumentales y bien suburbanos. Camino sin fronteras tiene pinceladas western y desérticas, como si Ennio Morricone se hubiera puesto a jugar con el pro tools y con diversos plugins. Feliz naranja es cumbia caribeña con destellos electrónico. Øka dale es mucho más oriental, arábiga. El final, con Buen día, buenas noches, es el toque más ecléctico e indefinible, infinidad de capas y texturas que forjan la banda sonora de una rave tropical.
«Pasé diez años viajando por el mundo, aprendiendo, y absorbiendo nuevos estilos y ritmos. Compuse cincuenta y seis canciones y tardé un año en seleccionar mis favoritas para este nuevo álbum» afirma El hijo de la cumbia. La portada –personajes que parecen salidos de un dibujo animado de ciencia ficción espacial– corporizan de manera visual la esencia de este trabajo: la tecnología puesta al servicio del rejuvenecer de los ritmos populares afrolatinos. Y una invitación al baile, por sobre todas las cosas.