El argentino Tomás Justo Gaggero, cantante y compositor de Onda Vaga y Michael Mike, presenta su disco de debut como solista. Un viaje personalísimo de folclore sintético, danzas de la fortuna y arrebatos de pop espacial y progresivo.
Qué: Disco (Geiser)
No es una ciencia exacta. Sin embargo, entre otras cosas, los discos solistas pueden servir para aislar los ingredientes de una ecuación. Por ejemplo: ¿de qué cosas está hecho el bubble-gum latinoamericanista de Onda Vaga? La edición de Ronco y bruxo aporta algunas pistas desde su propio título. Tomás Justo Gaggero tiene la torción del lenguaje. El audio del pop deforme. El hit transversal para personas corrientes y para freaks impenitentes.
Grabado entre los estudios Salguero Salud y Mawi Road por Ezequiel Spinelli y Feco Escofet, estas nueve canciones son un viaje personalísimo. Tomás Justo no sólo compone, canta y produce, sino que toca buena parte de todo lo que suena: bajos, guitarras, sintetizadores, percusiones, baterías analógicas y digitales. Su abanico de intereses, por otro lado, está hecho de una fibra tornasolada: colores comunes vistos desde una perspectiva insólita. Folclore sintético, arrebatos de pop espacial y progresivo, baladas sin ansiedad, danzas de la fortuna. Cosas así.
Su cófrade Marcos Orellana participa con activamente en Melancólico, trágico, nostálgico y toca sintetizadores en Oligo loco; el tucumano Juan Román Diosque mete voces y versos en Esfinge en mí. Ambos, sin embargo, funcionan como extensiones de su universo. Tomás Justo no sigue a nadie. Con la guitarra criolla al hombro, baila con los ojos perdidos en su propia luz cadenciosa. Como dice en la apertura: «Voy donde va mi cadera».