A sus ochenta años, la voz más brutal de Brasil edita un álbum que ataca de lleno a muchos sectores de la sociedad de su país con canciones unidas por un aura tan urgente como atemporal. De nuevo con nosotros, la gran Elza Soares.
Qué: Disco (Deck Disc)
El nuevo disco de Elza Soares se hace absolutamente indispensable para el momento actual que vive Brasil, que parece estar en una ruta que lleva directamente a la colisión consigo mismo. Así, ya desde el mismo comienzo de Deus é mulher, y bajo una explosión instrumental entre el afrobeat y el rock, la voz más brutal de la música brasileña actual derriba absolutamente todos los límites de raza, género o clase social, sean políticamente correctos –o no–, prejuiciosos o bien intencionados.
Inmediatamente después de la apertura, en Exú nas escolas, llega el vigor y el ruido para atacar al sistema educativo de Brasil y su falsa condición de Estado laico. En el tercer tema, Banho, Elza se posiciona profundamente como mujer, escapando de cualquier cliché de feminismo de redes sociales. Apenas ha pasado una cuarta parte del disco y ya se puede estar seguro de haber encontrado más riqueza musical y fuerza vital que en muchísimas de las producciones editadas recientemente en su país.
A lo largo de los ocho temas restantes, Elza sigue rompiendo tabús (sexuales, religiosos, sociales) al ritmo de ese sonido indefinible, lleno de quiebres y detalles, construido bajo la preciosa producción de Gulherme Kastrup, ex-integrante de las bandas de Arnaldo Antunes y Ney Matogrosso, y también productor de su anterior trabajo, el aclamado A mulher do fim do mundo, de 2015 -disco que ya se puede considerar un auténtico clásico de la música popular de Brasil y que fue esencial para reubicar en un merecido lugar a Soares.
Así, con su país cada vez más cerca del caos general (social, político, económico, ¡todo!), el álbum número treinta y cinco de la octogenaria cantante carioca llega sin ningún miedo a sonar arriesgado musical y poéticamente, con muchos momentos capaces de reflejar una tensión social que ya parece insoportable. Y se trata de un disco hecho exactamente con esa intención, algo que queda de manifiesto en Língua solta, donde la voz de Elza no tiene reparo en cantar «lo que sí quiero es molestar».