Compuesta por tres relatos narrados desde distintos puntos de vista, el escritor, traductor y crítico argentino Elvio E. Gandolfo presenta Los lugares, una novela hermosa sobre el paso del tiempo y el misterio de los recuerdos.
Qué: Libro (edita Blatt & Ríos)
En Evasión y otros ensayos César Aira dice algo así como que las novelas que se han adherido al círculo autobiográfico están hechas de puro tiempo, porque el yo solo puede hablarse a sí mismo. Y concluye que el espacio ha quedado relegado desde que se perdió el volumen de la representación: sólo queda el hilo del discurso, que no puede medirse sino con tiempo.
«De lo único que se trata es de la ocupación del tiempo», dice. Y sentencia que la literatura de evasión ha muerto, y que hoy la novela es novela de acercamiento. Habiendo citado a Aira diremos que en la novela (¿es una novela?) de Elvio E. Gandolfo hay ocupación del tiempo y acercamiento, sí, pero también espacio.
El libro consta de tres relatos narrados desde tres puntos de vista distintos: el primero en primera persona, el segundo en segunda y el tercero en tercera. Así de trabalenguas. No solo cambia el punto de vista sino también, como anuncia el título, los lugares (Buenos Aires, Frankfurt y Montevideo).
En Buenos Aires el narrador camina por el barrio de Belgrano en busca de un libro de Handke que solo encontró por Mercado Libre. Toma el bus, se mete al cine a ver una de los X-Men, camina y consigue su libro. En Frankfurt asiste a la famosa Feria del Libro junto con una comitiva argentina, pasea por la ciudad y el hotel, charla en el lobby, expone sobre Ernesto Sábato y, sobre todo, disfruta. Por último, en Montevideo camina por la Ciudad Vieja, la ciudad del viento, junto con un viejo amor, toman unos cafés, se despiden en la puerta del hotel y, a la vuelta, piensa en Thelonious Monk.
¿Qué tienen en común esos relatos? Para empezar: el protagonista. Porque en todos los puntos de vista el personaje protagonista es el mismo («Gandolfo, ¿a usted le interesa?»). Tal vez en los puntos de vista está la trampa, la evasión. Otro punto en común es que en todos los capítulos-relatos subyace la mirada misteriosa y contemplativa del artista, que con su experiencia teje redes. Mientras el cuerpo se mueve toca cualquier momento de las horas anteriores y lo relaciona con cualquier época y lugar.
Porque, como dice el narrador en el primer relato: «Los lugares tendría que ver con la investigación de esos días que no tienen nada de particular, de extraordinario y sin embargo se quedan pegados a la cabeza a lo largo de períodos de tiempo notables, mientras tramos enteros en los que pasaron las cosas centrales de nuestra vida son embrollos imposibles de desarrollar».
Al leer Los lugares parece que todo fuera un gran día, un día único, epifánico, que empieza en Belgrano y termina en Ciudad Vieja, cuando nuestro protagonista cansado de tanto caminar, de tanto moverse, se acuesta a dormir. Es eso, como un día con una nueva dimensión agregada, una especie de «3D literario».
Elvio E. Gandolfo (Mendoza, 1947) es un narrador certero y agudo que con maestría traslada emociones en movimiento, a cada paso, y uno como lector tiene la sensación interna de moverse a través de lo leído. Digamos entonces, con permiso de Aira, que aquí el Yo se mueve, es puro movimiento.