Cuatro años después de Resituación, Nacho Vegas regresa con el flamante Violética en el que reivindica el derecho a la infelicidad, algo que el cantautor asturiano entiende como connatural a todo ser humano con conciencia.
Qué: Disco (Marxophone)
En formato doble y con la dispersión estilística como guión homogeneizador, se presenta la voz asturiana más reconocida de este siglo. Como el propio Nacho Vegas reconoce sobre Violética: «En un primer momento mi referente era Canzoni della cupa, el doble álbum de Vinicio Capossela publicado en 2016, en el que nombra a cada uno de los discos con los títulos Polvore y Ombra, respondiendo a la diferencia conceptual entre uno y otro».
Para que una empresa de tal fuste se sostenga, el peso compositivo tenía que contar con muy buenas sensaciones. Y, en este sentido, Violética anda sobrado de razones: dieciocho cortes donde el fantasma de Marc Ribot emerge en el blues cubista de trote andino Todos contra el cielo y en la guitarra de Bajo el puente de L’Ara. En esta línea abierta a la liturgia latina, La voz tomada respira aires fronterizos sazonados en saudade astur, mientras que Ideología es tal vez todo lo que debió ser su anterior trabajo y no pudo ser; desde ya, una de las cumbres de su rutilante cancionero.
En un plano más reconocible, Desborde y Los sabios idiotas recuerdan al Nacho Vegas solemne, el de sus primeros discos, el del piano mortuorio; mientras que su poderosa versión del Maldigo del alto cielo, de la enorme Violeta Parra, con la colaboración de Christina Rosenvinge, nos lo devuelve en toda su crispación rock. Lo mismo sucede en la estratosférica Crímenes cantados, de intensidad empapada en el Just Like Honey, de Jesus & Mary Chain.
En resumen, Violética es una resurrección en toda regla, necesaria y esperanzadora, jalonada en un temario empapado en una dirección bien explicada por las palabras del cantautor asturiano: «En los últimos años buena parte de lo que escribo se basa en una premisa: tenemos derecho a la infelicidad. La infelicidad, algo que siempre tratamos de combatir pero que es connatural a cualquier ser humano con conciencia, es lo que pone en valor la ternura y lo que hace tan necesario el amparo mutuo, y si no nos arrogamos ese derecho acabaremos queriendo hacer saltar nuestras vidas por los aires y, mucho más importante aún, perderemos la capacidad de empatía hacia la gente que tiene motivos objetivos para ser infeliz, gente más vulnerable o más lastimada que nosotros». Así, esta ambiciosa obra lo restituye de manera clara como oráculo de la generación surgida tiempo atrás, con posterioridad a la explosión del indie pop español.