Desde Perú, La Mecánica Popular propone en Roza cruz la existencia de un nuevo ser. Un ser neo-latino, post-sexual, híbrido, apocalíptico y descolonizado de la opresión del capitalismo, que busca romper ataduras culturales y proponer nuevas formas de identidad y de creación.
Qué: Disco (Names You Can Trust)
Una conga matadora. Una clave ardiente. Un piano distorsionado. Un bajo galopante. Unos timbales embrujados. Una guitarra sentimental. Desde el primer acorde, Roza cruz, el nuevo álbum de La Mecánica Popular, ingresa en la sangre como una sustancia alucinógena, abriendo un nuevo plano dimensional en el cual rigen otras leyes físicas, lógicas y espirituales.
Este ritual sonoro está configurado por dos etapas: la Procesión y el Retorno, siendo el primero un viaje psicotropical hacia las profundidades de Latinoamérica, allí donde lo pagano se disfraza de sagrado para seguir alabando a sus dioses, sus apus, sus yorubas.
Bienvenida, Descenso y Abra es el tríptico de canciones del primer lado que también podría funcionar como una invitación para ir de paseo por el inframundo. Del otro lado, Visiones, Ofrenda y Dividuación conforman lo que se podría interpretar como el alucinado camino de regreso hacia la esencia, el origen, es decir, a nosotros mismos, trastocados para siempre.
Esta segunda entrega del proyecto elucubrado por Efraín Rozas, músico, etnomusicólogo y artista peruano, radicado desde hace varios años en Nueva York, constituye un paso excepcional dentro del espectro de exploraciones sonoras que se vienen llevando a cabo en toda Latinoamérica.
Así, Los Pirañas, Meridian Brothers, La Redada, Edgar, Ricarda Cometa y Ava Rocha, son tan solo algunos nombres de una nueva estirpe de artistas que exploran sus raíces latinas para trascenderlas. Sin embargo, el peruano va más allá: presenta este disco como un exuberante artefacto sonoro que es, a su vez, un manifiesto artístico que plantea una nueva visión de «lo latino».
De esta forma, Roza cruz propone la existencia de un nuevo ser, un ser neo-latino, post-sexual, híbrido, apocalíptico, descolonizado ya de esa opresión cultural llamada capitalismo, de aquella visión subalterna, pasiva y alienante que se arrastra desde el trauma profundo que representó la conquista española en Latinoamérica, hace cinco siglos.
«Esta intuición es nuestra bendición y, elusivamente, nuestro propio drama humano», dice Rozas, quien se despersonaliza de su propia identidad social para entrar en el juego metalinguístico de la antigua y esotérica orden de Rosacruz, fundada, según la leyenda, por el germano Christian Rosenkreuz en el Siglo XV, y de quienes el artista toma el nombre para titular este fundacional disco editado por el épico sello neoyorquino Names You Can Trust.
Esta «humilde ofrenda al templo donde otros futuros esperan por nosotros», también representa una crítica hacia la world music en tanto que, si bien el término propone un encuentro intercultural, dicha categoría es impuesta por el mercado de consumo y reproduce los estereotipos de lo que implica formar parte de una cultura, es decir, implica una separación tácita entre Occidente y el resto del mundo.
Romper con dichas ataduras culturales y proponer nuevas formas de identidad, creación, de lenguaje, de elipsis espacio-temporales que nos devuelvan al diálogo real-maravilloso de nuestros ancestros tanto como a una exploración futurista desvestida del confuso presente, deben ser las consignas de todos aquellos que deseen «seguir el absoluto, humildemente».