Tres años después de Los excesos de los niños, la banda madrileña Alborotador Gomasio retorna con Luz y resistencia, trabajo que contiene los ingredientes necesarios para hacer efectiva la tentativa por ampliar horizontes.
Qué: Disco (Limbo Starr)
Nada más pinchar El final de la tarde –el arranque de este Luz y resistencia–, se ratifica la pertenencia a un código de estilo eminentemente noventero. De Los Planetas atmosféricos a los Superchunk más pop, en la música de Alborotador Gomasio fluye un río de cauces masticados con la naturalidad nacida de la devoción, no la recreación. Como en Agosto, bailando el caos, que sabe a la parte no tecno del irrepetible Tecnique, de New Order.
Y eso es decir mucho. Muchísimo. Incluso, La reacción impotente tiene ese deje inconfundible a los My Bloody Valentine pre-88. Gominolas noise-pop de poderosa irradiación emocional que se certifica en más ases ganadores, como Hacia el vacío, el cuarto de los temas ordenados en esta colección de once sembrados esfuerzos por alcanzar un techo creativo que, definitivamente, la banda ha conseguido tocar. Y de qué manera: apuntando y disparando con un ramillete de estribillos trufados de gancho melódico y efervescencia juvenil.
La misma que sigue manteniendo Alborotador Gomasio, como ese niño interior que hay que cuidar y regar para esquivar arrugas y tensiones perdidas. Y eso es lo que destila Luz y resistencia, más que un disco de madurez, uno de lucidez.
Habiendo tantos grupos embarcados en una fórmula similar, el hecho de conseguir transcender como una colección de canciones totalmente autónomas es signo más que indicativo de que aquí coletea algo más. Sinceramente, mucho más.