Tras dos EPs muy distintos entre sí, Joe Silhueta, el combo de la capital federal de Brasil liderado por Guilherme Cobelo, llega a su álbum largo de debut ofreciendo una rica mezcla de psicodelia y canciones con aromas rurales brasileños.
Qué: Disco (independiente)
Desde 2016 el octeto Joe Silhueta ofrece un lanzamiento al año. Lo sorprendente de dicha regularidad no es solo el hecho de entregar discos de alta calidad, sino los cambios a los que someten su música. Así, Dylanescas (2016) era un tímido estreno con canciones deudoras –quizás demasiado deudoras– del bardo de Greenwich Village, cuyo nombre inspiró el título del EP. El segundo, Ritos do leito (2017), otro EP, era mucho más interesante, abandonando a Dylan para darle vuelo a la influencia del pernambucano Zé Ramalho.
Ahora llega Trilhas do sol, su primer álbum, que podría considerarse el primer trabajo de banda desde lo creativo. Aunque el líder Guilherme Cobelo sea la gran fuerza compositiva y firme todos los temas, se nota en este álbum una propuesta musical más unida y pensada por todos los integrantes del grupo. En ese sentido, es especial reconocer la participación de Marlon Tugdual (batería) y Carlos Beleza (guitarra), que tocaban en Almirante Shiva y traen consigo los elementos más pesados y «espaciales» de su banda para el universo más rural de Cobelo. Justamente, el bajista de Almirante Shiva, Pedro Souto, es homenajeado en el tema más luminoso de Trilhas do sol: Ícaro es un bello tributo a Souto, quien falleció víctima de un aneurisma en 2017.
Pese a que aun se escuchan referentes ajenos en el sonido del disco –el clásico underground Paëbirú (obra lengendaria de Lula Côrtes y Zé Ramalho editada en 1975), el Alceu Valença de los comienzos o el lado más psicodélico de los pernambucanos Leno y Ave Sangria– Trilhas do sol es un gran paso en el proceso de estabilización de un universo propio de Joe Silhueta, que comenzó a ser encaminado en Ritos do leito.
Así, los temas Cateretê y el que da título al álbum son los mejores resultados de esa ecuación que reúne elementos acústicos urbanos y rurales con actitud rockera, superando la estética del estilo; son más amplios en cuanto a las posibilidades musicales pero nunca abandonan el referente rockero. Por ejemplo, Café amargo es casi un blues, pero suena como si el estilo hubiera surgido en algún punto de Brasil y no en los campos de algodón del Mississippi. Junto con Missa elétrica y Olhos negros, ese tema muestra el costado más oscuro y denso de Joe Silhueta, en oposición a la dulzura y el aire solar que aparece en el ya mencionado Ícaro y en la canción de cierre, la suave Aurora virada.
