La banda montevideana Algodón lanza su cuarto disco de estudio, al que autodefinen y proclaman como «definitivo». El guitarrista y cantante Paul Higgs no para de escribir muy buenas canciones de soul felino, ahora vestidas para matar y con una producción cuidada y elegante.
Qué: Disco (La Órbita Irresistible)
Hay al menos cuatro músicos compulsivos en Montevideo. Tres de ellos son Pau, Fede y Jhona. Pau O’Bianchi y sus decenas de discos y proyectos grupales (investigar 3Pecados, Alucinaciones en Familia y Jesús Negro & Los Putos, todos editados por Paulino Records). Fede Julen y sus incontables desvíos lo-fi que le impiden encarar en serio el personaje de estrella del indie (no hay fecha todavía para el segundo disco de La Gente Sola, por ejemplo, pero tiene tiempo para salir en videos de Eté & Los Problems, Sante les Amis y El Mató a un Policía Motorizado). Y el tercero es Jhona Lemole, siempre armando y desarmando grupos que dejan discos extraños y lisérgicos (se había embarcado en un documental de música de invierno y mucho viento montevideano y por un tiempo se lo perdió de vista, pero ahora volvió con el EP En el bosque).
El cuarto compulsivo se llama Paul Higgs y en apenas cuatro años va por su disco número diecisite (buscarlos por la escurridiza plataforma La Órbita Irresistible, que agrupa los trabajos de Higgs y una serie de amigos más o menos compulsivos como él, en proyectos muy intensos de agrupaciones indie folk llamadas Mountain Castles, Oso Polar y Piel).
Y este disco diecisiete, que viene a ser el cuarto de estudio del grupo Algodón (en el que Higgs compone, canta y toca variadas guitarras), es un punto de inflexión del proyecto «soul felino» que el músico dice desarrollar en su prolífica vanguardia sónica. De hecho, han decidido promocionarlo como el «definitivo álbum de Algodón», en un lanzamiento más o menos coordinado entre el sello montevideano LOI, el argentino Queruza y el chileno Registro Móvil. ¿A qué viene tanto ruido en las redes (acompañado por el primer vídeo hi-fi de Algodón, Hoyo en uno, con aire vintage y el protagónico del gurú hipster Felipe Reyes) y tanto adjetivo que estaría habilitando la posibilidad de un «gran salto»?
La historia de Virtudes parece haber empezado cuando Molina (otro compulsivo, aunque en menor grado, y de quien se espera el debut solista tras la separación de Los Cósmicos) encaró a Paul en la cocina del Ripi y le dijo una frase mágica y movilizadora: «Deberías centrar toda tu energía en hacer un gran disco”». Lo que Higgs interpretó es que tenía que cortar con el concepto ‘vómito psico-inocente grabado en un cuarto con micrófonos de doscientos pesos’, y hacer un intento de jugar en otra liga, ni más ni menos que en la de la alta fidelidad.
«Hicimos una reunión de Algodón, y declaramos que íbamos a empezar con el proceso de organizar un gran álbum de estudio, ensayado en banda, producido por todos los músicos del grupo y grabarlo en un estudio pro con los re micrófonos», cuenta Paul Higgs. Tuvieron un golpe de suerte: consiguieron un estudio ideal, por viaje de un amigo, para encerrarse veinte días, incluida las navidades y el fin del año 2017. Después se pasaron varios meses mezclando en la Cueva del Oso, y controlando el impulso de Higgs de terminarlo cuanto antes porque, entre otras cosas, no debe olvidarse que le siguen saliendo canciones y necesita grabarlas y compartirlas.
Así, Virtudes es lo que se dice que es. Es Algodón refinado. Pero sigue siendo «soul felino» y no ha perdido el magnetismo. Porque las canciones de Higgs mantienen el encanto de siempre, con esa sensación de que él y sus amigos están escribiendo variantes brumosas de una banda sonora ideal de psicodelia costera montevideana. Y eso es algo en lo que conecta directamente con Pau, Fede, Jhona y con otros tantos que dan vueltas en estas vibras musicales indie que se cargan de guitarras densas y distorsiones agridulces (se podría agregar a Buenos Muchachos, La Foca, Buceo Invisible, Lucas Meyer y la lista seguirá siendo incompleta). La variante Algodón, en todo caso, en su versión «definitiva», quizá sea la más glamorosa, cargada de un soul pegajoso que los emparienta con la banda argentina Usted Señalemeló y lo vuelve más excitante.
Una frase para el final: «Se puede hablar de psicodelia montevideana costera fantasmal. Es como una bruma marina, y creo que esa niebla que nos bendice cada tanto transmite muy clara la sensación de mucha de la música compuesta en este lado del Río de la Plata».